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Es común que los padres o cuidadores del niño tengan una mala percepción de la cantidad de comida que debe ingerir el pequeño. Lo mejor es consultar con un nutricionista para que los oriente sobre la porción adecuada que deberán servir al momento de la comida.
Los alimentos deben consumirse en un ambiente de tranquilidad, diálogo y aprendizaje para el niño. Una actitud negativa acompañada de gritos y amenazas como: “termínate el plato” o “si no comes no hay postre” solo provocarán tensión, disgusto e inapetencia en tu hijo.
Otra de las causas por la que el niño no quiere comer suele deberse a que está atravesando un mal momento familiar: peleas entre los padres, la llegada de un nuevo hermanito, la falta de afecto. En resumen, el niño busca llamar la atención y ser escuchado. Debes prestarle mucha atención en estos casos.
Es normal que al estar convaleciente por alguna enfermedad el lactante o niño preescolar no tenga ganas de comer. En lugar de forzarlo a que coma debemos detectar la posible enfermedad y darle tratamiento cuanto antes.
Si el niño ha atravesado una situación traumática asociada al dolor, es probable que lo asocie como una consecuencia de comer. Para estos casos, se recomienda tratamiento psicológico para superar el trauma a fin de lograr que el niño vuelva a comer sin ningún temor.
Además de estas posibles causas de inapetencia en tu hijo, no olvides que la preparación y presentación de su comida también son aspectos importantes. Ofrécele platos llamativos, utiliza figuras, caritas y verduras a modo de bastoncitos y haz de sus alimentos algo atractivo para él.
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